Desde que vi en las estanterías de las librerías la portada de Los ojos amarillos de los cocodrilos estaba deseando engancharme a la obra de Katherine Pancol. Al fin y al cabo, en ocasiones hay que dejarse llevar por el impulso del corazón, y esas portadas infantiles llenas de color, junto con el desconcertante título, me atraían un montón.
Así es que empecé con ganas la primera novela, y para mi sorpresa me encontré con una novela "de chicas", ya sabéis, protagonistas femeninas de todo tipo, pero con un denominador común: la dependencia económica y emocional de los hombres que las rodean. No es un gran libro, pero como su lectura es fácil (con un buen desarrollo de los personajes y los diálogos, aunque en ocasiones el salto de unas historias a otras es tan rápido que te desconcierta) continué con la segunda y tercera parte de la trilogía.
A lo largo de las tres obras se produce un desarrollo tanto físico como emocional de los personajes, destacando especialmente la complicada relación entre Joséphine y su hermana Iris (¡ay, las relaciones entre hermanas!), la condena que hace la autora de las mujeres guapas (¡tan frías y tan vacías por dentro!), y el cambio del primer a segundo libro (que pretenden hacernos pasar por un thriller en algunas de sus páginas).
Sin duda lo peor de la trilogía es su protagonista -Joséphine- una mujer débil, insegura, sosa, anodina y sacrificada que es incapaz de mostrarse a sí misma un poco de autoestima, y con la cual resulta imposible identificarse. Y lo mismo nos ocurre cuando pasamos revista al resto de protagonistas, cuyas historias se van tornando increíbles a medida que pasan las páginas. Sólo Marcel y Josiane consiguen despertarnos ternura, pero a Katherine Pancol se le va de las manos el tema de Junior, el hijo superdotado de la pareja (con capacidades psíquicas incluidas). Y es que poco a poco las historias se van tornando cada vez más inverosímiles, las relaciones más complicadas y el final apoteósico en el que triunfa el amor (hasta Trompet y Chaval terminan juntos 0_0) hacen de la trilogía una lectura poco recomendable. ¡Y pensar que España ha sido el talismán de estos superventas! Y amenaza con el regreso de los personajes en la saga de los Cortès ¬¬
Un último apunte: ¿por qué la autora piensa que es necesario sufrir por amor y que cuanto peor te trate un hombre más hay que amarle? En serio, esto sí que es sado, y no lo de Cincuenta sombras XD